Llegué
a la estación a las once menos cuarto, el edificio era viejo y
parecía gastado, extraño para ser una ciudad tan moderna. La gente
paseaba tranquilamente, aunque había mucha masa de personas ya que
era la salida hacia otros pueblos. Todos habían terminado de
trabajar y deseaban volver a sus casas. Aunque fui victima de unos
cuantos empujones y caidas al suelo pude llegar al andén número
tres, donde estaba mi novio, esperando me. Llegué corriendo, el tren
todavía no había venido.
Desde
la entrada, pude ver a Imai, estaba sentado en un banco leyendo una
revista de turismo a donde viajabamos. A su lado, una mujer de
mediana edad, comiendo un helado de una forma repugnante.
Me
acerco a él y sonrío dulcemente. Mira hacía arriba y me devuelve
la sonrisa. Se levanta y me coge por la cintura, junta nuestros
labios y nos damos un beso. Aparto los labios de los suyos y le miro
a los ojos.
-Hola
cariño.-sonrío dulcemente.-Siento haber llegado tarde.
-Sora...siempre
tan torpe.-me da un pequeño golpecito en la frente con los
dedos.-Eso me gusta tanto.-sonrie dulcemente.
-Sí,
esque...estube hablando con Lily.-sonrio dulcemente y le doy otro
beso.-Está de vacaciones en el pueblo de su madre.
-¿Está
mejor?-me mira preocupado.-Digo por lo del accidente...
-Sí,
tiene más vitalidad, parece como si nunca hubiera pasado.
Lily
tenía la misma edad que yo, éramos amigas desde que entré en el
instituto. Hace un mes su padre tuvo un accidente de coche y murió, Lily estuvo un tiempo en el hospital porque entró en un especie de
shock. Siempre había sido tan divertida y extrovertida, pero cuando
pasó eso...parecía un fantasma, no se movía y siempre lloraba en
las clases. Ahora parece que se va mejorando y por eso la llamo, lo
recomendó el psicólogo. Y como el me dijo:
-Lily
tiene que llevar la misma vida que antes, así que, porfavor Sora,
llama le siempre que puedas.
Y
así hice, cada vez que tengo tiempo libre le mando correos o le
llamo por teléfono. Ella me cuenta lo que ha echo ese día, y yo le
cuento lo que he echo yo, sin mencionar nada dramático ni triste.
Simplemente felicidad.
-Creo
que la llamaré esta noche cuándo lleguemos.-sonrío dulcemente y
veo como poco a poco se va acercando el tren.
-Sí,
me gustaría también poder hablar con ella.-sonríe y me coge las
maletas.-Deja me que te las lleve.
-Gracias.-sonrío
dulcemente y nos acercamos poco a poco al tren.-¿Alguna vez fuiste a
Akuma no Tamashi?
Me
miró un poco nervioso y temblaba un poco, pero enseguida se
tranquilizó.
-No,
nunca he ido. Creo que es un pueblo estúpido, podríamos ir a otro
si te apetece.
-No.-le
miro con carita de pena.-Yo quiero ir a este pueblecito tan bonito, a
de más, nadie nos va a molestar así que podremos pasear todo el
tiempo que queramos.
-Claro.-sonríe
forzadamente y me besa, ese beso me supo a amargura, nunca había
experimentado aquella sensación.
-Mientes...-susurro
con la cabeza cabizbaja.
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